Si comenzara a buscar un inicio que desencadeno todo me haría un mar de ideas. Recuerdo al menos estar en tercer año de secundaría, cuando me comenzaba a pesar el cuerpo, cuando comenzaba a llorar sin razón aparente, cuando despertar era una lucha contra mí.
Termine la secundaría, de verdad creí que no lo haría. No pude entrar a la preparatoria que quería y estudiar lo que más me gustaba, fue un factor importante en el como me sentía al estar en una escuela que no me gustaba.
Al momento que acepte que necesitaba ayuda, pedí a mis padres dejar de estudiar, ya había pedido ayuda psicológica en la escuela pero poco les importo, pedí me dieran tiempo con los trabajos debido a que faltaba constantemente por no sentirme de la mejor manera, sus respuestas no fueron un sí o un no, hasta el día que mi madre me llevo para darme de baja. Uno de los psicólogos con los que hable se asomo desde su oficina e intento reconocerme, posteriormente, llego a mi lado una psicóloga, intento hablar conmigo pero de verdad lo que menos deseaba en ese momento era hablar, mucho menos del por qué me daba de baja de la escuela. No fue muy prudente que me dijeran que al estar yéndome de la escuela estaba siendo una carga para mi familia, salí corriendo de las instalaciones, llorando y con una gran presión en el pecho.
Sé que no todos los profesionales son tan profesionales, pero hay quienes sí, como el psicólogo que estuvo conmigo en mi proceso.
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